Sanidad Interior O Sanidad Del Alma III Parte
Yo no creo en eso de manipular la imaginación. Si Dios o el Espíritu Santo no están obrando, lo mejor es olvidarlo. Creo que hay necesidades de un niño dentro de muchas personas adultas; necesidades que nunca fueron satisfechas, y nadie puede ser ministrado si no se vuelve como un niño.
Si tú puedes ser tan sencillo para permitir al Señor ministrarte como a un niño, puede haber en ti sanidades maravillosas. Permítele usar tu imaginación; llevarte hasta la herida y sanarte.
Debes tener conocimiento de la unción de Dios y el don de discernimiento de espíritus, para que no caigas en error; ten cuidado. Yo nunca había escuchado de sanidad interior. Cuando Dios me guío a este ministerio no sabía en lo que me estaba metiendo. No lo podía creer cuando vi. que funcionó la primera vez. El Señor continuó demostrándomelo vez tras vez al ministrar; finalmente acepté. Empecé a leer libros que hablaban de lo mismo, y me di cuenta que es un ministerio válido en el que no estaba solamente yo.
Muchos tenemos muy dentro de nosotros profundas heridas que hemos sufrido; empujamos hacia abajo y rehusamos recordarlas. No queremos enfrentarnos a ellas.
Uno cree que está bien hacer esto, porque así no las recordamos o porque no pensamos en ellas. De esas heridas y dolores que sufrimos surge mucha tensión, opresión y problemas; y no podrás librarte de ellos hasta que los saques para desatarlos.
Lo que estoy tratando de enseñarte en este capítulo es básicamente cómo funciona la sanidad interior. Quiero hacerte saber que el Señor puede ministrarte sanidad interior sin que yo u otra persona esté haciéndolo; muchos pueden testificar de esto.
La sustancia de la sanidad interior es la presencia y el amor del Señor en cada experiencia vivida. La persona debe sentirse amada por el Señor durante el tiempo en que sufre. El amor es más fuerte que el dolor. La sanidad realmente viene cuando uno invoca la presencia del Señor. En Isaías 53:4 dice: “…sufrió nuestros dolores…”y en Cantares 1:3 expresa: “…Tu nombre es como un ungüento derramado…” Hay sanidad en ese nombre, que es el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
La meta de la sanidad interior es paz; “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies…” así lo manifiesta Romanos 16:20. Esta paz es dentro de uno mismo, con otros y con Dios.
Pasos para la sanidad interior
Si estás ayudando a una persona te sugiero que primero la escuches; después localiza el problema, y pídele a Dios que te muestre la raíz, ya que no todos los problemas la crean. Las raíces son de rechazo, amargura, rebelión, orgullo y ocultismo.
Tienes que saber distinguir entre los problemas superficiales y los enraizados. Los primeros son, por ejemplo: el temor, la culpabilidad, etc.; cuando analizas estos con base en el incidente que los provocó, la persona puede llegar a librarse de ellos. Los problemas con raíces, por otra parte, están construidos alrededor de muchos recuerdos que molestan, puesto que de esto surge demasiada opresión, además de distintos problemas que crecen de una sola raíz, constituida por el rechazo, la amargura, etc.
El siguiente paso consiste en desatar el pasado a través del perdón, con la ayuda de Jesucristo. Dile a la persona que se tiene que volver como un niño (Mateo 18:3), y ora tú por ella (Mateo 18:19).
Dile que permita a Dios usar su imaginación; que recuerde que él sufrió por sus heridas (1 Pedro 2:24). Después que el Señor te haya mostrado las heridas que esa persona tiene, a través de la mente, la imaginación o recuerdo, y el Señor ya las haya sanado, ora por ella, rompiendo las ataduras que están unidas a esa raíz, y demanda que la presencia y poder de Satanás se vayan.
Precaución
La sanidad interior no es para escarbar buscando basura del pasado; permite que el Espíritu Santo toque las áreas que él quiere sanar, ya que no todas las malas experiencias vividas necesariamente están afectando a esa persona, por lo regular son cosas que sucedieron durante la infancia y juventud, aunque posteriormente puedan existir experiencias; son precisamente las sufridas en la etapa juvenil las más profundas y difíciles de tratar.
No te involucres en la introspección, ni trates de analizarte internamente para saber lo que está pasando; no te enmarañes con esto, porque es un precipicio en el que puedes caer.
El ministerio de sanidad interior -como todos-, es del Señor, por ello uno debe ser muy sensitivo para poder percibir lo que él está haciendo. No sistematices la obra del Espíritu Santo; porque es un error pensar que si él lo hizo de determinada forma dos veces, seguramente lo hará igual por tercera ocasión. Escucha al Señor, ya que cada situación o caso es diferente.
Algunas veces el Espíritu Santo querrá que permanezcas en silencio o hagas algo como sugerirle a la persona o incitarle a recordar eventos significativos del pasado. Cabe agregar que su fe tiene que ser fuerte para poder enfrentar la realidad de un recuerdo doloroso, por ello, no ejerzas presión sobre la persona.
En cierta ocasión se le aconsejó a una persona enfrentar algo que le había sucedido, pero le resultaba muy difícil hacerlo; sin embargo, el Señor mostró que ese era el tiempo preciso para actuar. Para afrontar los problemas se necesita fe y madurez. Si empujas contra el problema a esa persona antes de que esté preparada, no será capaz de hacer nada.
Sólo Dios y ella saben cuándo se está preparado. Al hacer frente a esas situaciones es cuando Dios puede quebrantar la opresión que las origina. El salmista dice “Examíname, OH Dios…”. El Señor desea sanarnos.
Mucha gente está como la descripción de Isaías 1:5-6, que dice: “…Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite”. Muchos internamente están así.
La palabra de Dios es para ti; te dice: “Vine a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos; a poner en libertad a los oprimidos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Dios, a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya”. (Isaías 61:1-3)
Isaías 53:4 dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores…” El Salmo 23:3: “Confortará mi alma…” Dios nos quiere buenos y sanos, mucha gente necesita sanidad interior. En esta obra he tratado de presentar una base bíblica y sugerencias prácticas para sanidad interior
Sé que muchos de los lectores necesitan la ayuda de Dios. El, ahora, ha estado tratando contigo, mostrándote muchas cosas. El quiere ayudarte enseñándote cómo ser ministrado en el área espiritual, para que, si tú fuiste herido, seas sanado.
NOTA: Este tema esta sacado del primer libro escrito en latinoámerica sobre el tema de la Sanidad Interior o Sanidad del Alma y se llama HERIDO Y SANADO. Te recomiendo obtener este material en jimmycoleman.org/index.php/tienda/ para profundizar tus estudios y conocer el propósito de Dios para la paz interna. Bendiciones
“FINAL DE ESTA SERIE”
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