Liberando A Los Niños II
Introduccion
Esta enseñanza es sacada de mi segundo libro “LAS RAÍCES QUE ATAN” y lo dividiré en tres capítulos. Si tienen niños pequeños pueden aplicar estos principios para liberarlos de ataduras del pasado y si son adolescentes o adultos puedes dialogar con ellos referente a lo que vas a leer que sucedió durante esas épocas y si necesitas pedir perdón, orar o lo que Espíritu te guíe a hacer…hazlo. “Tomas una decisión y Dios te establece en tu familia y si no tomas una decisión todo seguirá igual.”
II CAPÍTULO-CONTINUACIÓN
Muchos de ellos tienen que quedar desligados del espíritu de la que los dio a luz, por lo que les fue comunicado durante el embarazo; muchas otras cosas les pueden ser comunicadas a aparte del rechazo, como el temor y la ansiedad.
Aquellas cosas que pueden ser absorbidas dentro del sistema del individuo desde el tiempo de su niñez, tienen que ser enfrentadas.
Lo más dañino para el niño es trasmitirle amargura y heridas y esto es lo que generalmente sucede en la mayoría de los divorcios.
Existen mujeres sabias que han estado divorciadas, pero que han enseñado a sus hijos como amar a su padre, en otras palabras, no han transmitido heridas a sus niños, los han protegido de heridas y amarguras.
Ha habido sanidad a través de la actitud de perdón de un padre hacia el otro.
6. EL NIÑO SUFRE AL SER VIOLADO SEXUALMENTE.
Otra causa de sufrimiento en los niños es debido al abuso sexual. Es algo muy destructivo en la vida de las mujeres.
Hay ciertos síntomas que se pueden observar. Es increíble la cantidad de chicas que han sido molestadas sexualmente, muchas de ellas por sus propios padres.
Esto les destruye y causa que vayan por dos caminos: o se retraen por temor a los hombres llevando vergüenza y condenación, o se vuelven promiscuas.
He hablado con muchachas con problemas de lascivia, que hacen cosas anormales, y sucede que muchas veces sus problemas empezaron después de haber sido molestadas sexualmente.
Existe el caso de una chica que pasó mucho tiempo en un instituto mental psiquiátrico; ingresó cuando tenía catorce años y salió al cumplir los diecinueve.
Al comenzar a hacerle preguntas, después de un rato, se llegó a la raíz del problema: cuando tenía cuatro años fue molestada sexualmente por su padre, ella no lo quería admitir.
Esta revelación llegó por una palabra de conocimiento, a través de una familia cercana a ella que tuvo el discernimiento.
Dijeron que algo dentro les decía que esta señorita había sido violada. Al orar, se llegó a la misma conclusión, pero ella lo negó muchas veces, sin embargo era un hecho.
Un día lo aceptaba y al siguiente lo negaba. Hasta que llegó a admitirlo se le pudo ministrar en esa área. Llevaba una gran culpabilidad, vergüenza y heridas a tal grado que enloqueció. No podía adaptarse a ello y tampoco podía enfrentar a su padre y admitir lo que sucedió.
Le llevó dos años recuperarse, ahora está casada y tiene un matrimonio feliz. Esto nos muestra el poder sanador de Dios.
Al llevarse a cabo la violación, un espíritu de lascivia comienza a operar infectando su vida.
Una violación sexual hará a una mujer promiscua, retraída, temerosa, con odio hacia el hombre. Existe la posibilidad de que pueda entrar una influencia satánica en esos momentos.
Hay padres que han dicho que sus hijos se encuentran metidos en una vida desordenada, de lascivia, andando en los bares, bailando semidesnudos. Muchos de estos muchachos fueron rechazados por sus padres, o han experimentado cosas como las que hemos hablado.
Podría mencionar otras cosas, pero prefiero darles unas sugerencias prácticas de cómo ministrar a los niños.
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A) No debe hablar del problema delante de los niños. Lo mejor es hablar con los padres antes. Deje al niño afuera o tenga una sesión primero, obtenga el trasfondo.
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No es bueno que el niño escuche todo lo que se va a hablar. Haga las preguntas necesarias para tener un entendimiento de lo que está pasando y cuáles podrían ser las raíces del problema.
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B) Tenga una conferencia con el padre y el hijo. Sea personal, dirija su atención al niño y trate de desarrollar una comunicación con él. Derribe cualquier temor o ansiedad. Establezca una comunicación.
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C) Sea corto y simple. No entre en grandes explicaciones, él no tiene que entender. Lo único que tiene que establecer es una comunicación entre usted y él para que pueda recibir la ministración.
Si el niño es grande, puede decirle cuál es su problema, que sus padres están preocupados, y que quiere orar por él, si es un niño pequeño, no es necesario discutir el problema.
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D) No emocione al niño, no discuta temas de demonios, no sea muy emotivo ni grite cosas como ” espíritu de orinar la cama, sal “, ya que no existe tal cosa.
Esto no es bueno y pondrá más temor dentro de él, no es necesario darle una impresión de maldad.
En esos pleitos entre los padre en donde los pequeños oyen insultos, gritos, faltas de respeto, y ven al padre golpear a la madre, el niño se queda con trauma y lleno de temor e inseguridad.
Proteja el tierno corazón de su hijo, desde una tierna edad, para que no crezca con estas situaciones dentro de su ser.
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E) Ministre en amor, ya que los niños no tenían miedo de Jesús. Vinieron a él y se sentaron sobre sus piernas, puso sus manos sobre ellos, oró, algo que ellos podían recibir.
Nosotros tenemos que aprender las mismas cosas, comunicar, amar y ministrar en el Espíritu del Señor. Al tratar con raíces no es necesario nombrar la palabra diablo o demonio. Sólo trate con la raíz de rechazo, las obras de amargura, las obras de rebelión, las obras de inseguridad, el temor, etc.
Nombre las cosas por las cuales se ora, quizás entiendan qué es temor o el rechazo.
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F) Ponga al niño sobre las piernas de su padre si es pequeño y minístrele en esa posición. Puede ponerlo también sobre su regazo y el padre tomar al niño de la mano, es muy importante que haya un contacto físico durante este período.
A través de la oración, una el corazón del niño con el de sus padres. Si existe algún rechazo, hay que derrumbar esa pared levantada entre el pequeño y sus padres. Haga que la oración sea directa, corta y simple.
Ore en un tono normal, creyendo que la unción del Señor va a quebrantar el yugo. Muchas veces se puede sentir el fluir de Dios al poner las manos sobre el niño. Verbalice lo que entiende que el Espíritu de Dios está haciendo al estar ministrando.
CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE POST
NOTA
Si quieren aprender más de estos principios pueden adquirir el libro “LAS RAICES QUE ATAN”en esta dirección https://jimmycoleman.org/index.php/tienda/
Dr. JimmyColeman
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