PUERTAS DONDE ENTRAN LAS HERIDAS
Las heridas vienen de cosas que se dicen o hacen en contra de nosotros; a través de ellas Satanás ha podido entrar, encontrar un lugar y tomar lo que es legalmente nuestro. Primero es la herida, luego esto pasa a ser resentimiento, después amargura, enseguida odio, a continuación rebelión, para dar lugar a la depresión y al final viene el suicidio, ya que Satanás vino a matar, hurtar y destruir.
Ahora veremos cuáles son las estrategias de las fuerzas satánicas para provocar heridas en el alma de las personas.
Relaciones rotas
Son muy frecuentes los casos en que vemos a cónyuges separados o divorciados. El problema que esta desintegración ha causado y seguirá causando en los involucrados pasará casi inadvertida para la mayoría de las personas; pero con cada oportunidad en que ellas deciden cortar su relación con seres anteriormente amados o apreciados, las fuerzas satánicas aprovechan la oportunidad para sembrar las semillas de la discordia y la división. Con estas circunstancias se afectan tanto los cónyuges como los niños, debido a que las heridas de rechazo y de amargura llegan a su alma.
Los síntomas que producen estas heridas son: temor, ansiedad, luchas internas, depresión e intranquilidad.
Recordemos que las heridas pueden oprimir nuestro ser. El pasaje de Efesios 4:27 dice “ni deis lugar al diablo”. ¿Hemos aplicado esto en nuestra vida? Esa frase quiere decir literalmente que no debemos darle al diablo ninguna oportunidad de ocupar con la opresión un lugar en nuestra vida. Pero continuemos. Una de las formas en que le damos lugar al diablo, ¿cuál es? La respuesta: permitir heridas en nuestra alma.
He ministrado a niños cuyos padres están separados, y que han sido testigos de fuertes conflictos en el hogar. Estos pequeños presentan síntomas como los siguientes: se orinan con frecuencia en su ropa, son difíciles de controlar, son rebeldes e inseguros.
Rechazo
Las fuerzas satánicas utilizan el rechazo como otra estrategia para causar heridas.
Existen varias formas en que los individuos pueden recibir el rechazo. Utilizaremos un capítulo de este libro para tratar específicamente sobre el tema.
Cuando un niño o un adulto sufren el rechazo vemos cómo empieza a perder el sentido de valor de él mismo. Por ejemplo, he conocido durante las sesiones de consejería, a señoritas que cuentan con una belleza física destacada, tanto que sus fotos podían figurar en la portada de prestigiosas revistas, no obstante se consideran a ellas mismas como que no valen ni sirven para nada, que nadie las podrá amar.
Al ahondar en la vida de estas señoritas podemos descubrir heridas en su alma. En algunos casos fueron sus padres quienes abandonaron el hogar cuando ellas eran niñas en otros casos hemos visto que crecieron sin sus padres, o con una relación desagradable con un padrastro.
Aunque son lindas exteriormente, en su interior vivían con una herida profunda de rechazo, y sufrían el tormento del mal.
Maltrato
Este tipo de estrategias se basa en formas injustas de tratar a un ser humano. Los síntomas son evidentes: ira, explosiones de cólera, deseos de venganza, conflictos internos; padres que golpean con la mano al niño y hasta le dan puñetazos, que le jalan las orejas, doblan hacia atrás sus bracitos, etc. Este tema lo ampliaremos en otra parte del libro.
Palabras que se dicen
Muchas de las palabras que los padres dicen se convierten en maldiciones para los hijos. Sin embargo, por falta de conocimiento, la gravedad de las acciones de esta índole pasa casi inadvertida para la mayoría de las personas. Palabras como <<tonto>> y frases como <<nunca puedes aprender>>, <<pareces una mujer>> y <<vas a ser un maleante>>, son algunas entre decenas de palabras y frases que no edifican y que constantemente dirigimos a seres humanos cercanos a nosotros.
Esto provoca heridas profundas y las fuerzas satánicas harán todo lo posible para que las personas crean en las palabras y frases negativas que les dicen. De la misma forma, por convicción, es muy probable que al pasar el tiempo esas sentencias -maldiciones- se conviertan en realidad. Es como programar una computadora.
Se alimenta con información y el resultado final del trabajo depende del programa que se utilizó. Si les creamos a quienes nos rodean -hijos, cónyuge, hermanos, amigos, padres- programas de fracaso, de inutilidad, y los alimentamos con información acerca de lo mal que hacen las cosas, o de sus imposibilidades y defectos, es muy lógico que el resultado final llegue a ser desastroso.
Abuso Sexual
Los síntomas de este tipo de heridas son: la culpabilidad, la condenación y el deseo de venganza.
Ministré a una señorita que estaba recibiendo tratamiento psiquiátrico. Ella se había entregado a prácticas lesbianas y no quería enfrentarse con su problema. Expresó en esa oportunidad que detestaba a su padre, el cual había abusado sexualmente de ella cuando era niña. Estaba proyectando su odio hacia su padre en todos los hombres y esto la destruía.
Violencia
Los síntomas de este tipo de herida son: el temor, el aislamiento o en el otro extremo, la dureza; la misma violencia y la ira.
Lo que hemos mencionado nos permite entender que no es sólo por medio del pecado que le damos lugar al diablo, también lo estamos haciendo al permitir las heridas en nuestra alma.
En resumen, por medio de las heridas emocionales, las fuerzas satánicas pueden herir a una persona de muy diversas maneras. De esta forma ocupa un lugar en nuestras emociones, al grado de traer opresión y confusión, e inclusive de llegar a controlar a la persona.
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